Un doctor me recetó pastillas para cada momento del día. La media píldora roja del desayuno me ayuda a mantener el corazón a buen ritmo. El comprimido verde del mediodía regula mi presión sanguínea para no correr riesgos. Con la gragea azul de la merienda logro aliviar los dolores musculares. Y, por las noches, nunca olvido tomar el medicamento de color blanco, tan necesario para poder conciliar el sueño. Así, cumplo el rutinario tratamiento con estricta obediencia.
Lo que los médicos no saben es que ninguna de esas medicinas sería útil sin complementarlas con esos vasos de scotch escocés con dos hielos que me preparan esas hermosas jovencitas, en las noches que me brindan su ocasional y generosa compañía.
© Martín Gardella
Argentinahttp://livingsintiempo.blogspot.com
5 comentarios:
Sí, señor. La importancia de la medicina en todos sus aspectos.
Un fuerte abrazo,
PABLO GONZ
¡Viva la vida!
Ja,ja...sabía vivir el tipo!
Abrazos Martín!!!
Gracias por participar.
Pues deja las pastillas, porque imagino que a las señoritas te negarás... ;)
Estoy con Depropio, deja las pastillas e invierte en chicas. Los médicos que se busquen la vida arreglándosela a otro.
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