Durante un tiempo me alcanzó con mirarla, pero quise más. Temía que mis palabras sonaran insípidas al lado de las mieles de ese libro que siempre tenía en las manos. Tomé coraje, me acerqué, ella me miró a los ojos: debí preguntar a las palabras si en verdad las había dicho.
© Mariángeles Abelli Bonardi
Argentina
3 comentarios:
Parece que el pobre muchacho, se quedó sin más y sin el beso.
Me gustó (el mini, no que se quedara "sin").
Siempre es un gusto leerte.
Julia
Que triste. No hay nada peor que no ser escuchado. Pobre.
Precisos, simplemente. Y el título me encanta.
Gracias por mandarlo
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