domingo, 19 de junio de 2011

ELLA

Ayer fui a la Estación Constitución y allí estaba ella, sentada sobre un cajón de madera, hablando sola.
Decía que tenía dos hijos. Uno era médico y vivía al otro lado del charco, la otra le había dado tres nietos, a los que ni siquiera conocía, porque habían nacido al norte del continente.
Se llenaba la boca hablando de ellos.
Hoy volví a la Estación Constitución y otra vez la vi.
La gente agolpándose a su alrededor.
Me acerqué. Estaba tendida en el suelo… muerta.
Nadie le negaría nunca que sus hijos la querían… a ella, la pobre ella que mendigaba monedas en la Estación Constitución.
Ella no murió ni de vieja, ni de enferma.
Ella murió de harapos y de olvido.

@MagaViajera      Gabriela Collado
España
http://causavsefecto.blogspot.com/

5 comentarios:

Fortunata dijo...

Causa y efecto.... sin duda

Rosa dijo...

Una dura realidad.

Saludos desde el aire

Luisa Hurtado González dijo...

Hasta el último punto deseé que hubiera un buen final. Pero no.
Y aún viéndolo venir, se me cortó el aliento.

Anónimo dijo...

Me pasó como a Luisa, deseaba otro final aunque desde el principio supe que era imposible.
Gracias por tu participación.

Anita Dinamita dijo...

Qué triste morir de harapos y de olvido. Terrible vida, terrible final.