Ayer fui a la Estación Constitución y allí estaba ella, sentada sobre un cajón de madera, hablando sola.
Decía que tenía dos hijos. Uno era médico y vivía al otro lado del charco, la otra le había dado tres nietos, a los que ni siquiera conocía, porque habían nacido al norte del continente.
Se llenaba la boca hablando de ellos.
Hoy volví a la Estación Constitución y otra vez la vi.
La gente agolpándose a su alrededor.
Me acerqué. Estaba tendida en el suelo… muerta.
Nadie le negaría nunca que sus hijos la querían… a ella, la pobre ella que mendigaba monedas en la Estación Constitución.
Ella no murió ni de vieja, ni de enferma.
Ella murió de harapos y de olvido.
@MagaViajera Gabriela Collado
España
http://causavsefecto.blogspot.com/
Decía que tenía dos hijos. Uno era médico y vivía al otro lado del charco, la otra le había dado tres nietos, a los que ni siquiera conocía, porque habían nacido al norte del continente.
Se llenaba la boca hablando de ellos.
Hoy volví a la Estación Constitución y otra vez la vi.
La gente agolpándose a su alrededor.
Me acerqué. Estaba tendida en el suelo… muerta.
Nadie le negaría nunca que sus hijos la querían… a ella, la pobre ella que mendigaba monedas en la Estación Constitución.
Ella no murió ni de vieja, ni de enferma.
Ella murió de harapos y de olvido.
@MagaViajera Gabriela Collado
España
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5 comentarios:
Causa y efecto.... sin duda
Una dura realidad.
Saludos desde el aire
Hasta el último punto deseé que hubiera un buen final. Pero no.
Y aún viéndolo venir, se me cortó el aliento.
Me pasó como a Luisa, deseaba otro final aunque desde el principio supe que era imposible.
Gracias por tu participación.
Qué triste morir de harapos y de olvido. Terrible vida, terrible final.
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