Se despierta y no sabe dónde está. En la penumbra distingue una ventana, un sofá, una mesa y dos sillas. Se levanta con dificultad y abre la persiana. La habitación se ilumina y ella mira extrañada alrededor. Sobre el respaldo de una silla cuelgan un pantalón azul y una blusa con flores pequeñas. Las coge y las observa, parecen de su talla pero no son suyas. Se acerca a la pared, hacia una foto desde la cual sonríen niños sentados delante de un pino adornado con luces. La contempla con atención y lee despacio las letras doradas: ¡Feliz navidad, abuela! Lindos niños, la abuela estará feliz, piensa. Se sienta en el sofá sin saber que hacer. Espera y al cabo de un rato le vuelve a dar sueño. Se duerme y cuando se despierta no sabe dónde
está.
© Adriana Gabriel
España
5 comentarios:
ME ENCANTÓ...=)
Es duro no recordar.
Muy bonito microrrelato.
Un saludo.
Qué dura es la vejez.
Qué importante la foto de esos niños.
Qué bien te pusiste en la piel de la abuela. Gran micro
Un abrazo
Qué triste, qué cierto, qué pena.
Gracias por hacernos pensar.
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