Decidió nadar a pesar de que el agua estaba fría. Las plantas acuáticas se enredaron en sus brazos, pero logró abrirse paso entre ellas. El roce de los tallos y hojas lánguidas le asqueaba. Exhausto, sacó la cabeza entre los jacintos florecidos y alcanzó la orilla.
Escurrió el agua de sus ojos y se acostó en la enorme roca gris. Amenazante y cercana, la criatura le observaba.
© Luis Toirac
Republica Dominicana
4 comentarios:
Me recordó a La Piel Fría, un micro inquietante.
Abrazos
Con lo bien que iba todo, más o menos, jo, qué presencia final.
¿Y cómo sigue? ¿Qué paso? ¿No dejas así?
A mi también me ha recordado a La piel fría (es una novela, que no sé si conoces). Inquietante
Gracias por el escalofrío
Esa inquietud solitaria de estar sentado en la piedra ha logrado permear ojos en la lejania, lectores complices que nadan tambien en rios de agua fria, entre plantas de hojas moviles, entre palabras a la deriva.
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