Se raspó las mejillas con el canto de la espátula y llenó un platillo entero de escamas de sal. En cinco cucharadas las devoró casi todas. Luego pasó la yema del dedo para dejar el plato limpio. Echó un largo trago de agua y al instante empezó a llorar de nuevo.
© Arancha CeadaEspaña.
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5 comentarios:
Menudo ejemplo de hipérbole. ¿Tenía motivos de verdad o era una llorona de esas que se quejan por todo? ¿O un llorón?
Me gustó.
EN LAS TARDES EN QUE EXTRAÑO HABERSEME OCURRIDO SEMEJANTE ACTO... ME ENCANTÓ =)
Espléndido!!
Una historia de reciclaje eterno, espero que encontrase el momento de dejar de llorar.
Un abrazo
Espera, que aún no sé qué comentarte, no puedo estár más sorprendida.
Pero... espera... no llores, por favor, no llores.
Impresionante lo que cuentas en tan poco.
Gracias mil.
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