Jamás me podría haber imaginado que su voz fuese tan hermosa.
Ella, recostada sobre el sauce que surgía en el borde del estanque, permanecía ajena a cuanto sucedía a su alrededor. Tarareaba distraída mientras apartaba suavemente el loto, acariciando las carpas multicolor que se arremolinaban en su regazo; algunas saltaban del agua y se enredaban en su cabello quedando atrapadas como insectos en telaraña.
La asistente que me acompañaba desde mi llegada, tomó mi brazo y me guió entre bambús y helechos hasta una enorme pagoda custodiada por cerezos.
Tomé asiento junto a los demás.
Dio comienzo la subasta.
España
3 comentarios:
Un micro bello y triste, con una buena sorpresa al final, podía haber sido un zoo, un gran hermano o una subasta... ¿por cuanto la subastaron finalmente?
Buena crítica
Abrazos
Me ha gustado mucho verte en este vendaval, Alberto.
Es un buen micro y... lo he leido ya unas cuantas veces.
Es de libro cómo nos llevas hacia ese final tan...
Gracias por "soplar"
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